No existe explicación
a que cada día miles de personas se pongan de acuerdo para realizar un baile
mecánico semidesnudas, para luego subir la grabación a internet, pero ocurre.
El «Harlem Shake»ha invadido la red y
no tiene intención de detenerse. Miles de personas llevan a cabo esta danza
cada día, ya sea en un avión, una escuela, un desfile militar o una pista de
hockey. El fenómeno ha conseguido ya la escandalosa cifra de más de 27 millones
de visitas en sus más de 40.000 versiones en YouTube.
El neologismo «meme» surgió en 1976 de la
mano del teórico genetista Richard
Dawkins, como una «unidad de transmisión cultural, o unidad de
imitación». Un concepto que sirve para bautizar todo aquel fenómeno que pese a
carecer de sentido, se multiplica en la red. Puede tratarse desde un dibujo,
una frase o un video, como en este caso. Es algo que no se crea, simplemente
surge y se hace popular no porque tenga importancia en sí mismo, sino por pura imitación.
El psicólogo Javier Urralo confirma: «El ser humano siempre ha tenido la necesidad de
imitar». Mimetismo que gracias internet amenaza con multiplicarse
hasta el infinito. Según el investigador de la Universidad Politécnica de
Madrid, Antonio Ferrero, «estos fenómenos no son nada nuevo en internet.
Lo que ha cambiado es la escala, su repercusión es cada vez mayor». Pero,
¿por qué es lo absurdo lo que más éxito tiene en la red? ¿Nos está haciendo
internet más estúpidos?
Cerebros menos desarrollados
El neurocientífico alemán Manfred
Spitzer lleva años estudiando el efecto
de internet en la mente humana. En su libro «Digitale Demenz» advierte de los peligros de una
sobreexposición del cerebro de los niños a la red. El científico dice tener
pruebas de que el desarrollo cerebral de los pequeños que pasan demasiado
tiempo frente al ordenador se altera, sufriendo carencias que ya nunca
podrán recuperar. En su opinión, usado en exceso internet hace estúpidas a
las nuevas generaciones y debería prohibirse en la escuela y limitarse en
casa.
En una dirección parecida apuntaba el escritor estadounidense Nicholas G. Carr. Carr advirtió
que que cada vez le costaba más trabajo mantener la atención a la hora de
leer un texto y que si era largo rara vez llegaba hasta el final. Más tarde
comprobó que su círculo más cercano experimentaba la misma incapacidad, es más
muchos de sus amigos admitían que les costaba terminar un libro o que
simplemente habían dejado de leerlos. Esta idea dio lugar a su obra más
célebre: «Superficiales. ¿Qué está
haciendo internet con nuestras mentes?». Pregunta que respondía
en la primera frase del libro con otra cuestión más directa: ¿Google nos está haciendo más
estúpidos?
Carr sostiene que internet nos ha hecho perder capacidad
intelectual, que cada vez nos cuesta más profundizar, mantener la atención
en la información. A juicio del escritor, por culpa de
la influencia de internet nos conformamos con quedarnos en la superficie
de la realidad, perdiéndonos su cara más compleja. Somos cada día seres
más dispersos.
Una nueva morfología
En el mundillo de los expertos en redes también se ha percibido el
efecto de internet en nuestro sistema nervioso. Pero es más la idea de una «modificación neurológica» y no una pérdida de inteligencia la que se defiende. La
«noomorfosis digital» es un concepto creado por el investigador Fernando
Sáez Vacas, que entiende que nuestras estructuras mentales están cambiando de
forma para adaptarse a lo que define como un «Nuevo Entorno Tecnosocial»
(N.E.T.). En otras palabras, el ser humano debe ir cambiando sus
capacidades al ritmo frenético al que evoluciona la teconología, pero eso no
implica que se esté volviendo estúpido.
Es
interesante este artículo, porque algunos de los efectos que se mencionan en él
los podemos comprobar en nuestros hijos.
Cualquiera que sea
padre podrá comprobar que el uso
continuado de Internet provoca en los niños
varios efectos negativos en cuanto a su comportamiento, sin entrar en
profundidades morfológicas del cerebro.
Los
niños reducen la cantidad de horas que pasan escribiendo a mano, ya que lo
hacen con un teclado de ordenador. Reducen el número de cálculos matemáticos
que hacen con la mente, pues utilizan calculadoras, reducen el número de horas
de lectura de libros, ya que consumen la mayor parte de su contenido online.
Pero
uno de los peores efectos que hemos comprobado, y que coincide con uno de los
efectos negativos descritos en el artículo, es la falta pérdida de
concentración en cualquier actividad intelectual que realizan.
La
causa de este problema es sencilla de comprender. Cuando los niños están frente
a un ordenador o frente a un teléfono móvil, tienen toda clase de distracciones
a su disposición. Cuando no había ordenadores, mientras leías un libro sólo
estaba el texto y uno mismo. Ahora, mientras se lee algo en pantalla, está el
correo electrónico, pero un vídeo de youtube está a un click del ratón, por
poner un ejemplo. Esto hace que la mente del niño esté completamente dispersa,
pensando en unas cosas y otras, y esta disponibilidad de información de todo
tipo consumible al instante hace que su capacidad de concentración sea
extremadamente baja.
Los
científicos tendrán que demostrar si el uso prematuro y continuado de Internet
hace que la morfología del cerebro cambie, y para mal, pero como meros testigos
del fenómeno, podemos decir que los síntomas descritos en el artículo se
cumplen cien por cien en nuestros hijos, muchos de los cuales no sólo tienen
ordenador de sobremesa en casa, también tienen un ordenador portátil para el
colegio, varias consolas de juegos de sobremesa, varias consolas de juegos
portátiles, por supuesto su tableta Android o su iPad, y finalmente, su
teléfono móvil inteligente.
A la edad de mis hijos
yo jugaba a las chapas, intercambiaba cromos y montaba en bicicleta. Mis hijos
tienen ahora a su disposición cerca de diez dispositivos electrónicos de todo
tipo. No les podemos pedir que fijen su atención, porque se están convirtiendo
en homo-online delante de nuestros propios ojos.
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